Si a un equipo que lleva todo el año sufriendo en tareas defensivas lo dejas casi sin efectivos atrás, las cosas no podrían complicarse más. Eso es lo que padeció el Portazgo en el campo de O Codesal de Dorneda, en donde se presentó con tan solo dos defensas del primer equipo disponibles, Marcos y Quintela. Y se notó. Nueva derrota a domicilio y regreso al borde del precipicio.
Ambos contendientes arrancaron el choque lanzados hacia la portería rival, y en esas el Portazgo golpeó primero, con una jugada de gol ya vista en otras muchas ocasiones. Luis controla, se da la vuelta y mete un excelente pase entre líneas a la carrera diagonal de Dani, que dribla al portero y marca. Sin embargo, pronto empezarían los contratiempos.
En primer lugar, con el gol del empate, que llegó casi de inmediato. Una falta en campo propio que un rival pica al área, los visitantes no sacan la pelota de allí y esta, con algo de suerte, cae franca para uno de sus delanteros, que no puede fallar desde tan cerca. Para añadir más leña al asunto, Rober tuvo que pedir el cambio por un inoportuno pinchazo. Debido a la ausencia de efectivos en el banquillo (dos juveniles y Gabi, dos meses inactivo), salió Eirís, colocándose Yuki en el centro del campo junto al capitán Bruno. Aún no se habían plantado bien los jugadores cuando el Dorneda golpeó de nuevo. Un balón largo y su otro delantero se adelanta a Manuel, que no había podido despejar con el pie.
Se había perdido la ventaja inicial en un abrir y cerrar de ojos. Pero ellos también sufrían atrás y el once cullerdense estaba plagado de jugadores ofensivos en todas las líneas. Así pues, la igualada no tardaría. Kun, esta vez lateral izquierdo por necesidad, avanzó por su banda y envió el esférico a Dani. El goleador de la tarde esquivó esta vez a su par con un rápido movimiento y soltó un latigazo imparable. 2-2 y todos para vestuarios.
El comienzo de la reanudación no pudo ser más esperanzador, con el Portazgo buscando las carreras de Luis y George y estos acercándose a un nuevo tanto con sendos balones bombeados por encima del portero. Sería un espejismo, porque los rojiblancos apenas se acercarían más al arco rival en todo el segundo acto. Mientras, el enemigo necesitaba muy poco para volver a ponerse por delante. Nuevo lanzamiento por encima de la zaga y su delantero que golpea, de primeras, a la escuadra.
A partir de ahí fue un quiero y no puedo del Portazgo, con muchas imprecisiones, el cansancio que hacía efecto y, también hay que decirlo, el buen trabajo del Dorneda en el medio y en defensa. Además, a punto de llegar al final volvió a aparecer el tristemente famoso árbitro Zas Vázquez. Hasta entonces había tenido una buena tarde, pero su excesivo ego necesitaba un subidón de expulsiones para irse contento a casa. Su primera víctima fue Quintela, que protestó una falta y que vio la amarilla por ello. Pero el tipo de negro no le dejó recuperar su posición, porque de inmediato le sacó la segunda, sin que el defensa dijera absolutamente nada para ganársela. Nada. Zas tenía el brazo suelto y se sintió con fuerzas para cagarla un poco más, enviando a Luis a la ducha antes de tiempo cuando este intentaba pelear el último balón en área enemiga. Sus explicaciones finales, con más cartulinas de por medio, sin sentido. Su show posterior con el público, patético. Pero la culpa no es suya, sino de los que le permiten «pitar».
Fue un penoso desenlace para una tarde gris del Portazgo, que deberá recuperar el terreno perdido, una vez más, en O Carrizo. Este domingo, frente al Sporting Meicende.
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